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Foto del escritorMaría Góngora

Cuando no todo sale como hubieras querido

Ofrecer auxilio es una situación de tensión tanto para el o la socorrista como para las demás personas implicadas, con la presión del momento y la ausencia de recursos y apoyo profesional.

Las personas que no se dedican profesionalmente a la atención sanitaria es probable que en ese momento hayan olvidado la secuencia exacta de actuaciones por los nervios. Pero pueden contar con las indicaciones del 112.

Sin embargo, no hay garantías de que los resultados sean los deseados ni de que la víctima mejore.

Por eso, después de haber ayudado, la persona suele tener emociones intensas. Si la víctima se encuentra bien dentro de lo que cabe, se sentirá satisfecha, pero al mismo tiempo preocupada, porque después de transferir a la víctima a los equipos profesionales no sabrá el desenlace. En el peor de los casos, si la víctima muere o le quedan lesiones muy graves, podrá sentirse insatisfecha de su actuación, o incluso culpable.

Una vez finalizada la ayuda, si hay ansiedad, hay que practicar técnicas de relajación o autocontrol. Comentarlo con un amigo/a o familiar también ayudará. Pero si unos días después la situación sigue siendo igual, es muy recomendable ir a un psicólogo/a.

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